La noche del martes 13 de mayo, un silencio solemne envolvía las instalaciones del Grupo de Intervención y Rescate (GIR) en Quito. Bajo la tenue luz de las velas y el eco contenido de la tristeza, se levantó una capilla ardiente en honor al sargento Danny Chaguaro. Uniformados, familiares, amigos y compañeros de armas se congregaron para despedir a uno de los elementos más destacados de las fuerzas élite de la Policía Nacional.
Chaguaro perdió la vida en cumplimiento del deber, durante un enfrentamiento armado contra una banda de presuntos secuestradores. El operativo tuvo lugar en las montañas de Los Ciebitos, una remota zona de la parroquia Colonche, en la provincia de Santa Elena. La misión buscaba rescatar a un empresario peninsular que había sido tomado como rehén.
El sargento lideraba el equipo de intervención cuando se produjo el tiroteo. Siete sospechosos fueron abatidos en la operación. Pero el saldo más doloroso fue la pérdida de Chaguaro, un oficial con 18 años de servicio en el GIR, reconocido no solo por su destreza operativa, sino por su compromiso inquebrantable con la seguridad del país.
“Este trágico acontecimiento nos llena de tristeza, pero también de orgullo por su ejemplo de servicio y valentía. Su compromiso con la seguridad y el bienestar de todos será siempre recordado y valorado”, expresó la institución policial a través de sus redes sociales.
Durante la ceremonia, no faltaron los abrazos silenciosos, las miradas al suelo ni las lágrimas que se escapaban entre los rostros endurecidos por el uniforme. La pérdida de un compañero siempre deja huellas. Pero en el caso del sargento Chaguaro, el impacto se multiplica por el respeto que supo ganarse durante casi dos décadas de operaciones al límite.
Mientras la bandera nacional cubría el ataúd y el eco del toque de silencio se perdía en la noche quiteña, el legado de un hombre que eligió proteger con su vida a los demás comenzaba a escribirse en la memoria colectiva de una institución marcada por el sacrificio.
